- Llegan unas semillas que debemos buscar en Ciudad Costera- le dijo su padre.
-De acuerdo cuando digas podremos viajar, contestó Felipe.
-No creo que pueda hacerlo yo, quizá seria buena idea que tú lo hagas. Necesito a tus hermanos aquí, así que seria conveniente que fueras solo esta vez.-
-Bueno, como tú digas. Partiré al amanecer. Preparare la carreta y los caballos.
Salió de la casa y se dirigió al establo para alistar los animales y así partir a primera hora de la mañana.
Ese era un viaje que siempre hacia con su padre o con alguno de sus hermanos, pero había mucho trabajo en la plantación así que tenía que hacerlo solo esta vez.
Casi con el primer rayo del sol se levanto y se preparó para partir. Su madre lo esperaba con el desayuno.
- - Es bueno que tomes algo caliente antes de salir. Te preparé café con leche como a ti te gusta y pan casero recién horneado.- dijo su madre
- - Me mimas mucho, voy a extrañarte estos días hasta que vuelva.- sonrió Felipe.
Fue introduciéndose en el bosque tupido y frondoso, que apenas dejaba pasar los rayos del sol de la mañana.
El viaje fue bueno y por la noche fue acercándose al puerto de Ciudad Costera. Entro en el pueblo, donde se escuchaba en las cantinas las risas de los marinos y algunos trabajadores que pasaban por allí para beber algo antes de llegar a sus hogares.
Dejo su carreta detrás del hotel, bajo su bolso con sus pertenencias y se apresuro a entrar para registrarse ya que estaba bien cansado del largo viaje.
Una vez en su habitación, se desplomo en la cama y se durmió inmediatamente. La noche era fresca así que su sueño fue profundo y descansado. Al otro día le esperaba un largo trabajo en el puerto para recibir las semillas que su padre le había enviado a buscar.
A la mañana siguiente el encargado del hotel llamo a su puerta para despertarlo a la hora que el había pedido que lo hiciera. Salió de la cama, lavo su cara, sus dientes y bajo a desayunar al comedor de la posada.
Luego partió hacia el puerto para buscar el encargo de su padre.
Recorría la calle cuando se tropezó con una mujer cargada con muchos paquetes de compras.
- - disculpe, no la vi. No fue mi intención molestarla.-dijo Felipe
- - no es nada. Yo también estaba distraída. Dijo Lucìa sonrojándose-
- - La ayudaré.- se ofreció el joven amablemente.
- - Lo mínimo que puedo hacer es llevar sus paquetes hasta su casa, después de haber hecho semejante desastre.- agachándose para levantar los que había tirado
Felipe quedo en el medio de la vereda mirándola alejarse. No podía quitar sus ojos de ella. Era como un ángel. Una suave brisa de primavera que lo había inundado y que no lo dejaba respirar. Suspiro ante su encanto y cuando la joven se perdió a la vuelta de la esquina continuó su camino al puerto.
Una vez allí realizo el trámite sobre el cargamento que esperaba y pidió a algunos jornaleros que lo cargaran en su carreta. De manera que, estos los llevaron hasta donde ésta estaba a través de las largas calles del pueblo y allí lo dejaron.
Ya era el mediodía y ameritaba tomar un suculento almuerzo. Busco un restaurante y se sentó cerca de la ventana para ver hacia afuera.
Mientras almorzaba observaba el movimiento de la calle, afuera del local. Recorría una y otra vez las veredas viendo todo y a todos los que pasaban por allí.
Entonces la vio.... Allí está nuevamente. Esa brisa fresca de la mañana volvía a aparecer. Sin pensarlo salió dejando su servilleta sobre la mesa y su almuerzo a medio terminar.
- - Señor, usted debe pagar la cuenta- dijo el mozo-
- - Ya vuelvo debo ver a alguien al otro lado de la calle
-No hago otra cosa que pensar en ti- dijo Felipe-
Asombrada y sin saber de quien provenía la voz Lucìa giro y se encontró con la enorme sonrisa de Felipe.
- - Ah, es usted.- dijo tímida la muchacha
- - Si, soy yo. Permíteme presentarme. Mi nombre es Felipe Argandoña- Extendiendo su mano- Para servirte
- - Espera. No quiero faltarte el respeto solo quiero disculparme por lo de esta mañana-
- - Acepto su disculpa. Ahora perdóneme pero tengo que regresar. Me esperan- dijo Lucìa sonriendo tímidamente.
- - Esto quiere decir- Parándose delante de ella - que no me dirás tu nombre.-dijo Felipe
- - Conocí el día de hoy al ángel que guiará mi vida y ella me deja plantado sin siquiera decirme su nombre?
- - Si mi padre me viera conversando con un extraño, estaría perdida. Es un hombre muy recto y este encuentro en la calle no es lo mas conveniente...Señor-
- - Felipe- sonrió
- - No lo llamaré por su nombre de pila ya que apenas cruzamos algunas palabras. Con su permiso-
- - Difícil su empresa, Señor... si usted me permite. Sus ojos se han posado en un imposible- dijo el mozo que con su comentario lo sacó rápidamente de sus pensamientos...

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